El idioma Español en la Ciencia y la Ingeniería

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El pasado 17 de septiembre se celebro una jornada en homenaje al español organizada por el instituto de la ingeniería de España, se centró especialmente en el lenguaje técnico.

Manuel Moreu, presidente del Instituto, subrayó que actos así «nos hacen recordar lo que tenemos y lo que tenemos que hacer para tener más», y explicó que el acto se centraría en dos aspectos, por un lado el Diccionario de la Lengua, y por otro el Diccionario de la Ingeniería, iniciativa «fantástica» de la Real Academia de Ingeniería, «que hay que mantener viva, porque el lenguaje es enormemente dinámico».

Moreu, señaló que «a veces nos pasamos usando terminología anglosajona. Muchas veces hay términos españoles fantásticos, pero nos resistimos a usarlos. En los países hispanos sí los usan, y a los españoles se nos cae la cara de vergüenza. Si hay que hablar en inglés, se habla en inglés, pero si estamos hablando en español, utilicemos la enorme riqueza de nuestra lengua».

José Manuel Sánchez Ron, físico e historiador de la ciencia, y miembro desde 2003 de la Real Academia Española de la lengua, sillón G, fue el primer ponente y destacó  que el lenguaje técnico no es uno de los objetivos específicos de la RAE. Aun así, de las 93.111 acepciones que contiene la 23ª edición (2014), 11.504 llevan marcas técnicas.

«Se han corregido anacronismos, como que la marca astr. incluyera tanto los términos astrológicos como los astronómicos, o que linaje humano se definiera como «aquellos descendientes de Adán y Eva». No es muy actual, pero refleja la historia», explicó.

«Hay muchas palabras que no llevan marca, pero podrían llevarla, como oro (elemento químico), o dispositivo electrónico«, añadió.

La Comisión de Vocabulario Científico y Técnico de la RAE incluye a varios lingüistas y filólogos, así como al traductor con conocimientos de aeronáutica Miguel Sáenz, a la bioquímica Margarita Salas, el arquitecto Antonio Fernández de Alba, el médico Pedro García Barreno, y el propio Sánchez Ron.

«Hace ocho años sólo había un no científico. Es una tensión saludable entre los criterios de los científicos y los de los lexicógrafos. Si fuera por nosotros, incluiríamos las formulas analíticas de los elementos químicos».

«El objetivo es centrarnos en el uso general, en los últimos tiempos, aunque no me pregunten qué quiere decir eso. Luego se debate en las juntas, y finalmente es la comisión delegada la que decide.»

Sánchez Ron citó a los científicos que ha habido en la RAE, «que no son muchos»: entre otros, José Echegaray -ingeniero, matemático y dramaturgo- y Julio Rey Pastor. «Médicos sí ha habido muchos».

Todas las obras de la Academia, señaló, se consensúan con el resto de academias de hispanohablantes. «En el campo científico y tecnológico la RAE tendrá que contar con el resto de academias».

El lenguaje científico tiene una gran «vitalidad», señaló Sánchez Ron, al menos en inglés, donde se incorpora una gran cantidad de términos al Oxford Dictionary, por ejemplo. En español, sin embargo, las publicaciones científicas son escasas, «y la lengua se llena de términos de raíz extraña, como el espín, o los quarks top,bottom… Al no ser grandes productores de ciencia y tecnología no intervenimos en la creación de nuevas palabras.»

Siempre ha sido así: los Nobel españoles e iberoamericanos son escasos, y muchos de los que ha habido, como Severo Ochoa, desarrollaron su carrera en EE.UU.

El ultimo y segundo ponente fue  Antonio Colino, doctor en Caminos e ingeniero eléctrico nuclear, académico de la Real Academia de Ingeniería desde 2004, y director del Diccionario Español de la Energía y del Diccionario Español de Ingeniería (español-inglés).

Comenzó citando que “el español lo hablan 480 millones de personas como lengua materna, y otros 80 con dominio total.
Los de España no somos ni el 9%. El 91-92%, que va en aumento, no viven aquí, y son los que harán el futuro”, comenzó. “Pero este idioma que habla tanta gente no tiene ninguna tradición técnico-científica, y los traductores e intérpretes de la Organización Internacional de la Energía Atómica tenían problemas para encontrar palabras en el diccionario, y recurrieron a mi”.

Eso llevó a hacer -en cuatro años un diccionario de la energía, que se basó en uno de los años 60 sobre energía nuclear, y a continuación el de la ingeniería, “8 o 9 veces más grande, que costó casi 11 años”.

Para escribirlo, tuvieron que decidir “qué es ingeniería. ¿Las ovejas, el tamaño de los huevos? Eso es de los agrónomos. Los chopos, de los de montes. Tuvimos que hacer un árbol de la ciencia, ver hasta dónde llegaba. En el Ministerio nos dijeron que era uno de los proyectos más bonitos que habían recibido”.

El objetivo, dijo, es hacerlo panhispánico, y para ello la RAI está creando equipos en EE.UU., México, Chile y Argentina. “Si el 92% le llama de una manera a las cosas, no podemos poner que se dice de otra. Hay tecnologías, como la del petróleo, que ellos usan más que nosotros”.

Estos fueron los temas fundamentales que tocaron ambos ponente, en todo momento defendieron la utilización y el desarrollo del idioma Español con una unificación de su uso entre todos los hispano-hablantes del mundo.

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