Transición energética, hidrógeno y tierras raras, las claves del poder de este siglo

El mundo vive en la actualidad en una etapa marcada por la tensión geopolítica. Desde hace meses, podemos asegurar que existe un conflicto mundial entre los países para conseguir los recursos naturales que son necesarios para producir energía. Con ello, podemos ver cómo han aumentado los precios de las fuentes no renovables tradicionales, marcado todo ello por una mecánica que los países han basado en el acaparamiento de estas fuentes.

A ello se le suman las cifras inflacionarias que tenemos en la actualidad: la más alta en 29 años. Todo ello acaba afectando a los hogares del mundo, y por supuesto, a los países que requieren de esa energía, especialmente por no tener a su disposición una manera de producirla. El cambio climático, y la transición ecológica que él conlleva, ha acabado mermando las capacidades productivas de otros Estados, y es por ello que se busca, además de por el bienestar del medioambiente, otras fuentes de energía alternativas que puedan ayudar a sobrellevar la situación de carga y, de una vez por todas, poder implementar una verdadera transición hacia un ecologismo igualitario para todos. Pero no solo tendríamos que hablar de fuentes de energía alternativas. Los expertos establecen tres productos a desarrollar para que, el país que las domine, pueda ser un líder geopolítico en el contexto que vivimos. Los productos de los que hablamos son el Hidrógeno Verde (HV), las tierras raras y el litio.

De ellos tres, los dos primeros productos se encuentran aún en fase de desarrollo, aunque las tierras raras se llevan implementando en la industria tecnológica desde antes que el HV. La importancia de estos dos productos reside en la capacidad que tienen de solventar una necesidad determinada sin que a su vez esta acción dañe al medioambiente.

Con respecto al HV, “producirlo implicaría incrementar notablemente las inversiones en energías renovables por año, que generarían competencias oligopólicas complejas. Hay que sumarle el alto costo de la producción de HV, ya que no solo hay que elaborarlo, sino almacenarlo comprimiéndolo al estado líquido a -250° C, y mantenerlo así en tanques de acero muy sólidos, dado que es altamente inflamable. Esto plantea una confrontación de su viabilidad económica frente a otras alternativas, aunque tal vez su costo vaya bajando con la producción masiva”.

En cambio, si nos referimos a las tierras raras, apelamos a los 17 metales especiales, blandos, de color plateado, fácilmente oxidables, con propiedades extraordinarias, que son indispensables para la moderna industria electrónica, informática, de energías renovables, así como en la fabricación de material militar. Se encuentran dentro de muchos minerales, pero con la dificultad de que están presentes en muy baja concentración, lo que hace extremadamente oneroso su aislamiento individual. Son muy buenos conductores de la electricidad y se destacan por sus propiedades magnéticas. En aleaciones se puede “personalizar” su magnetismo para crear imanes ad hoc. Algunos son fluorescentes y fosforescentes. Es imposible detallar todas sus aplicaciones.

Es por ello que la comunidad internacional se puso manos a la obra y comenzó a investigar lo que podrían ser fuentes de energía alternativa, y de esta forma, todo el territorio de la Tierra ha acabado siendo estudiado para encontrarlas. Todo el territorio a excepción de un continente, la Antártida. Pero hay un factor clave. Si las tecnologías “verdes” fueran implantadas a gran escala, en orden a reducir de manera apreciable la emisión de CO2, encontraríamos el problema de cubrir la demanda de algunas de las tierras raras, fenómeno que se ha acelerado en los últimos 10 años.

Por ello, nos encontramos con que la disputa geopolítica por el predominio mundial, las nuevas aplicaciones militares y la carrera por la transición energética, sin duda aumentará la demanda de “tierras raras” y de otros minerales. Se calcula que sólo la transformación energética implicaría la extracción de más minerales que los que la humanidad extrajo desde hace 50.000 años. El problema de la carrera competitiva no es el abastecimiento sino el futuro de nuevos problemas ambientales, ubicados, ya no en el calentamiento global sino en la contaminación de la tierra.

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Noticia extraída de infobae.com | Si desea leer la noticia completa, pulse este enlace.

 

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