¿Robots con remordimientos?

Tiago se mira por primera vez al espejo. Tras varios movimientos con su único brazo lo confirma: “soy yo”, dice alto y claro el robot blanco y negro de 1,50 metros de altura. Dos años después de comenzar sus investigaciones con el proyecto Selfception, el científico Pablo Lanillos ha conseguido que los androides sean capaces de reconocerse a sí mismos.

Este humanoide se auto identifica después de realizar varios movimientos aleatorios con el brazo delante de un espejo. Es posible porque Lanillos ha adaptado un modelo matemático basado en el funcionamiento del cerebro humano: “Las personas tenemos un modelo fijo y nuestro cerebro actúa muy rápido para distinguir nuestros movimientos”, señala el investigador. “Pero que el robot se reconozca no es pre reflexivo (es decir, saber que yo soy yo con toda mi historia), sino por repetición de movimientos”, añade. Sin embargo, si programamos un autómata con la misma apariencia que Tiago, que hace los mismos movimientos en el mismo momento, el androide se confunde y cree que es él mismo reflejado en un espejo. “Aunque si la réplica hace un leve movimiento distinto, Tiago distingue que no es él instantáneamente”, asegura Lanillos.

El proyecto Selfception está inspirado en teorías sensomotoras de psicología y neurociencia y se basa en que el desarrollo de las capacidades cognitivas pasa primero por el aprendizaje de nuestro cuerpo. Desde que estamos en el útero materno generamos un mapa que relaciona cada acción con una respuesta sensorial (en ese momento se empieza a construir la base para relacionarnos con el mundo). El programa ayuda a comprender el cerebro humano y a mejorar las capacidades de las máquinas cuando interactúan con personas, además de mejorar los algoritmos de aprendizaje automáticos.

Karl Friston, neurocientífico experto en imágenes cerebrales y profesor de la University College of London (UCL) afirma que es esencial investigar por qué los humanos actuamos de una u otra manera y reducir la incertidumbre sobre las causas de nuestras sensaciones para reunir evidencias de nuestra propia existencia. “Los modelos internos o generativos del yo han de incluir ‘dónde estoy’ y ‘cómo me muevo’ y un buen ejemplo de esta inferencia activa es moverse físicamente para generar evidencias que confirmen la hipótesis de que ‘yo estoy aquí’ y ‘yo hice eso’ como demuestra el equipo de Lanillos”, apunta.

Artículo de https://elpais.com [Pinche aquí para leer el artículo completo].

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